lunes, 22 de junio de 2009

El lado B del fútbol joven

Hay una frase que está de moda: “El fútbol lo hacen las personas”. Sin el público este deporte no sería lo mismo, aunque en cada categoría no asiste el mismo target. Si en el profesionalismo se marca a fuego la presencia de las barras (a veces bravas), en las divisiones menores la familia juega un rol importante, como compañía y aliento hacia los muchachos. Cuando uno entra a Quilín, sede de la ANFP que tiene varias canchas, con lo primero que se encuentra son muchos niños, que anhelan ser como sus ídolos deportivos. Altos, bajos, flacos o más rellenitos, da lo mismo. Las ganas son las mismas.
Son varias las canchas dispuestas en Quilín para los partidos, aunque la principal (la número 1) posee ciertas diferencias: dispone de butacas individuales para el público presente, y de espacio para las cámaras de televisión que transmiten el duelo más atractivo de la sub 18. Saliendo de aquel rectángulo de pasto están los camarines. Debe ser el lugar de más movimiento de todo el complejo. Ahí se percibe la ansiedad de los muchachos por entrar a la cancha, hacer un gol y dedicárselo a su familia y amigos. También las ganas de los entrenadores por ver en la práctica todo el trabajo de la semana, que por muy bueno que sea, puede esfumarse en un minuto.
Entran los futuros cracks a la cancha, suena la música del tan manoseado fair play (que no siempre implica juego limpio), y el público grita, pero no necesariamente por el equipo, sino que por uno en particular, ya sea hijo, sobrino, hermano, quizás nieto. El objetivo es ver si tiene dedos para el piano. Como el tipo de personas que va a estos partidos no es el mismo que en primera división, uno puede seguir el match con total tranquilidad. Es tal el silencio que perfectamente se oyen las voces de los promisorios futbolistas.
Si uno se da el trabajo de contar a la gente, se dará cuenta que muchas mujeres asisten a los partidos, lo que es bueno es varios aspectos (las acerca a un deporte históricamente machista y sirve para recrear la vista a los varones). Quizás este factor es necesario en el balompié profesional para que los estadios se llenen, le devuelvan el colorido y los estúpidos de siempre –que se dicen ser hinchas- no destruyan este tipo de eventos que otorgan un sinfín de sentimientos a sus seguidores.
Esta categoría tiene miles de otras características, sin embargo lo que más se resalta es que el aire que se respira es diferente. Existe la convicción de que sólo se va a ver fútbol y disfrutar. Nada más.

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